Amazing

Tenía la mirada de una gacela en celo. Si he de ser sincera, nunca he visto una gacela, mucho menos he visto una en celo, pero si tuviese que describirle de alguna manera esa es la primera que se me viene a la cabeza. Esos ojos que venían pidiendo guerra y gritando lujuria a viva voz.

Esos ojos que gritaban que podría follarme hasta el infinito, hasta el fin de los tiempos, hasta que la tela bajo mi espalda se desintegrase al contacto con mi sudor. Hasta que me oyesen en las profundidades de Groenlandia gritar hasta quedarme sin voz, haciéndole estremecerse mis piernas abiertas en su regazo. Subiendo sus manos por mis piernas con tanta fuerza que a su paso me ardiese el alma, clavando él sus ojos con ansia en cada parte de mi cuerpo al descubierto. Volviéndose loco.

Dejarme llevar y agarrarme con saña al pelo que por su nuca asoma. Perderme entre sus pantalones, recorrer con mi lengua cada milímetro de su piel. Hasta el más recóndito.

Sentir que me falta el aire, que se me incencia hasta la piel muerta bajo las uñas. Que se me transforma el esófago en volcán y la lava son mis gritos.

Que rompa él la poca ropa que aún me quede encima. Joder. Volverme loca entre sus piernas.

De eso tenía ojos. De follarme hasta morir de placer, de hacerme bailar en los anillos de Saturno del gusto, volver y todavía tener fuerzas para un tercer asalto.  De ser el único capaz de matar el hormigueo constante que en mi estomago tenía lugar  cada segundo del día que a su lado pasaba. 

Tenía, a fin de cuentas, los ojos más follables que jamás había visto.

1 comentario:

Perfida Canalla dijo...

Pues los has descrito perfectamente. Es bueno.

Por cierto soy Pérfida.
Un saludo coleguita.