que ahora no llueva


Pongamos que hay un elefante en la habitación. Un elefante grande y gris que me pega trompetazos en el brazo cada dos segundos.

Pongamos que te miro a los ojos y me explota el corazón en mil pedazos. Que me quedo petrificada y lo único que sigue en movimiento en una pausa casi eterna son los toquecitos que da el animal contra el suelo. Haciendo notar su presencia.

Pongamos, también, que nos falta el valor para apartar la vista y también para dejarla quieta. Pongamos que no sabemos qué hacer o nos sobran las ideas. Que el elefante entre nosotros a ti te impide tocarme y a mí me impide ser sincera.

Pongamos que hay, entre nuestros cuerpos, un elefante tan grande que no nos deja respirar. Ni pensar. Nos empuja, engulle nuestras ideas y lo único que se escucha son sus barritos. Y seguimos, petrificados. Mirando al infinito. Soñando con lo que podría ser. Barruntando un futuro que no sabe a qué atenerse.

Yo inmersa en mi realidad estrepitosa, donde no sé ni lo que siento ni por qué lo siento. Donde sólo llego a darme cuenta de lo que me gusta la vorágine que tiene lugar en los límites de mi piel.

Tú. Frente a mí. Apolíneo, perfecto, escultural. Con los ojos más bonitos del planeta.

Nosotros. Sin ser capaces de hablar de un animal que no debería estar ahí.

Sin poder hablar de si te beso o no me besas. Si me gustas o te encanto. Si nos vamos o te quedas.

Si te odio o si me quieres.


** Si tú fueses inglés y ayer te hubieses tirado a una puta que hoy resulta ser la hermana de tu nueva novia, intentarías evitar hablar al respecto por razones evidentes. No obstante, podría llegar el momento en que la puta te dijese "are we going to talk about the elephant in the room?" O lo que es lo mismo, cuando pasa algo entre dos personas, no hablar de ello es tan difícil como no hablar de un elefante en medio de la habitación.
Es la mejor expresión del mundo, o qué?

2 comentarios:

Balagar dijo...

Muy grande la expresión y muy grande también la reflexión a la que nos hace llegar tu entrada. No soy demasiado amigo de incluir a los animales en mis relaciones. De hecho tengo una compañera de trabajo que convive con un animal de tamaño medio (una perra) y en ocasiones impide el normal desarrollo de sus encuentros sexuales. No me quiero ni imaginar el estropicio que podría ocasionar en una relación normal la irrupción sorpresiva de nada más y nada menos que un elefante...
El lugar de los animales ha de ser necesariamente su entorno, su hábitat natural; si un elefante ha irrumpido en tu territorio deberías expulsarle por todos los medios posibles, incluyendo la violencia si es necesario...ejejje
Ahora en serio, Imelda: En toda relación hay elementos que aprovechan el más mínimo descuido para incomodar con su presencia. Mi consejo es que aprendas a convivir con ese elefante que se ha empeñado en instalarse tan peligrosamente cerca de tu corazón.
¿Se nota demasiado mi vena ecologista? ;))

Anónimo dijo...

Ema Von Nett dijo...

Que ahora no llueva... el problema de escribir un textazo así, es que a ver cómo te superas. Já!


pd_ sí, soy tan cutre en este comentario porque no, no tengo palabras. Porque es uno de los textos más bonitos que he leido jamás. Porque lo leo y lo releo y me sigue encantando. Porque así es que esta PD me está ocupando más que el simple comentario del principio. Porque difundiría este texto con ese maldito elefante por todos los lugares allá donde fuese. Y luego le pegaría cuatro voces; al elefante del texto y al que se presenta en nuestras vidas un día cualquiera, y ocupa todas las tardes de martes venideras. Y porque sentirte identificada con una historia llega tanto... :))