paparruchas

Y ya no sé si merece la pena pensar en ti. Recordarte.

Porque seguramente tú ni siquiera pienses ya en el tacto de mis piernas bajo la palma de tus manos.

Seguramente ya no se te estremezca el alma al recordar mi piel ardiendo entre tus labios.

Probablemente no quedamos ni nosotros. Las únicas que conservan los recuerdos son aquellas cuatro paredes.

Y ya no nos queda nada. Sólo imágenes solitarias que se presentan de la nada cuando menos las queremos.

Sólo tu saliva resbalando por mi entrepierna.

Sólo la sensación fantasma de tu pecho contra mi espalda.

Sólo tu puta imagen trepando por mi vientre.

Y es que allí sólo queda tu ausencia. La nuestra.

Y lo peor de todo es que empieza a importarme menos que una mierda.

Ya sé que te idealizo, lo sé.

Levantarse y que sea uno de esos días que dice la gente que es mejor no levantarse.
De esos en los que te mueres del asco.
De esos en los que joder, cómo te echo de menos y cómo odio al mundo que no eres tú.

Y que es una mierda parecer una emo cuando digo estas cosas, pero así las siento y así las quiero decir.

De esos días en los que empiezo a pensar y acabo pensando en todo menos en tí.
Y sólo me salen palabras feas, de las que no utilizo casi nunca, sólo cuando pienso muy dentro de mí.

Y empiezo a pensar que soy imbécil. Que fui imbécil. Porque pienso en las cosas que hice y que ya no puedo arreglar. Que nada tienen que ver contigo, lo sé. Pero ya he dicho que pienso en todo menos en tí.

Pienso en las cosas que hice mal. En todas. En las personas que llegaron a mi vida y nunca debieron hacerlo.

Pienso que vendería mi alma por que tú estuvieses en su lugar.

Mierda, joder. Que se me aloja un nudo en la boca del estomago y no puedo ni tragar sin sentir un manojo de malestar.

Yo qué sé. Que nunca supe lo que era echar de menos hasta que te conocí.

Y ahora duele.

Y no es que sea por pensar en tí.
Es por pensar en toda la gente de mi vida que podría ser tú, en toda la gente que está más cerca que tú.

el norte no siempre es bueno.

Debería empezar por el principio.
Contar lo que pasó. Cómo fue.
Lo que hizo conmigo.

Cómo me encandiló.

Debería explicar que me volví loca de remate.
Que perdí mi norte y emigré al sur.
Donde me esperaban sus sábanas.

Donde sus ojos me guiaban al calor de sus abrazos.

Donde aprendí a gritar.

Donde me enseñó a vivir.


Reconoceré algo...

Nunca he estado enamorada.
Y si alguna vez lo estuve, seguramente fue de él.